El cepillo...
Hace unos días decidí deshacerme, por fin, de tu cepillo de dientes.
Justo antes de dejarlo caer, escuché cómo me preguntaba “¿estás segura?”
Dije que sí y abrí mi mano.
Soltó una irritante carcajada mientras se precipitaba al fondo de la bolsa.
Durante todo el día siguió riendo.
Y ni el hecho de lanzarle encima las sobras del día anterior, logró hacer que se callara.
Pero hoy…
Ya no se oye nada.
Creo que ha llegado el momento de sacar la basura.
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